En primer lugar, debo aclarar que no nos estamos refiriendo a «los lugares donde se enseña el violín» si no a las diferentes corrientes, tendencias, que, en función del país y la época, han definido la forma de interpretar la música de violín.

Aunque actualmente la globalización general del saber y de las modas ha atenuado estas diferencias entre estilos, sigue siendo una buena forma de analizar las distintas maneras con las que se afronta la enseñanza del violín.

De todos modos, conviene relativizar el concepto de escuela, porque dos violinistas surgidos de las mismas clases, formados en la misma técnica, pueden terminar siendo muy diferentes por su personalidad, estilo, forma de vida o gustos, y por su distinta manera de sentir la música.

Así que más que escuelas hablaríamos de ciertas corrientes o similitudes comunes en algunos tipos de violinistas, en algunos casos en razón a la época, o de su nacionalidad, o de su inclinación estética.

Una primera clasificación la podríamos realizar en función de las dos grandes actitudes frente a la música:

  • Una que podríamos calificar de intuitiva, subjetiva, seductora, romántica.

Es nuestro lado dionisíaco, la interpretación expresiva del yo, la parte que se deja llevar por la emoción, el lado misterioso de nuestra alma.

  • Y otra racional, objetiva, respetuosa con el texto.

Es el lado apolineo, la que busca la razón dentro de la música, la que persigue la perfección técnica, la pureza de la expresión, la brillantez, la verdad.

Joseph Joachim violín

Joseph Joachim, maestro de maestros

A lo largo de la historia y a lo ancho del mundo estas visiones de la interpretación (no sólo del violín en general, sino de cualquier instrumento) se han ido repartiendo en función del momento, y también en función del carácter de cada nación. Es tópica la asignación por ejemplo que se nos aplica a los países latinos de pertenecer al mundo subjetivo, espontáneo y hedonista, mientras que a los países del Este, o últimamente también a los países orientales, se reconoce a los intérpretes la más alta perfección técnica, conocimiento de la música e interpretación veraz.

 

-LA ESCUELA RUSA CLÁSICA«preconiza sostener el arco al fondo del índice, sobre la tercera falange, para obtener un mayor rendimiento sonoro al precio de un menor esfuerzo». Leopold Auer fue uno de los grandes pedagogos de la escuela rusa (con Sevcik y otros) y formó a casi todos los violinistas importantes hasta los años sesenta. Buscaba ante todo pureza de sonido y precisión, virtudes que suelen poseer los intérpretes del Este. La preocupación por la brillantez, la claridad y la ejecución prodigiosa produjo un gran avance en el dominio técnico del instrumento, y se tocaba en muchas ocasiones piezas de efecto, para seducir y fascinar. Es la época de los violinistas estrella que dejan con la boca abierta. Afortunadamente, algunos otros prodigios como Menuhin, consiguieron también alcanzar un grandioso y profundo estilo propio.

Sevcik (sobre cuyos métodos escribimos un artículo) formó a muchos violinistas. Para él lo que contaba antes que ninguna otra consideración era la técnica, y «sólo después de haber dominado y trabajado la técnica» podía uno comenzar a abordar los problemas de interpretación. Hoy en día esa visión podría parecer impensable, pero aún hay profesores que proceden, por no salirse de sus métodos conocidos, de una manera parecida.

Pero incluso dentro de esta división podríamos encontrar dos escuelas rusas: la que permaneció dentro de la Unión Soviética y la que se desarrolló en Estados Unidos, donde casi todos los grandes que vivieron en el siglo XX eran de origen ruso. Los norteamericanos, brillantes en la expresión (Heifetz) permanecieron fieles a Auer, con mucha flexibilidad de la mano izquierda y una gran gama de sonido. En la URSS, (con la excepción del fuera de serie Oistrakh o de espíritus libres como Gidon Kremer, el virtuosismo es más brillante y espectacular, pero a menudo queda como fin en sí mismo.

– LA ESCUELA FRANCESA, O FRANCO-BELGA«recomienda apoyar el arco en la segunda falange del índice, colocar el codo a la altura de la cuerda que se toca, nunca más arriba, no sostener el violín demasiado al exterior«. Los franceses y belgas desarrollaron más que nadie la utilización de las falanges en la sujección del arco, en su búsqueda de conseguir la mayor cantidad de matices y colores sonoros, en detrimento de la potencia obtenida con todo el brazo.

Liderada por Kreutzer, se le atribuye la búsqueda de la emoción antes que el rigor a la música notada, de modo que se pueden encontrar muchos glisandos o portamentos (hoy denostados), mucho vibrado y un timbre muy afieltrado. Así, la expresividad y la atención al color poseía mucha importancia. Pero para muchos, es un camino hacia una forma obsoleta y desafinada de tocar. Algunos violinistas de esta corriente serían Jacques Thibaud, del que se dice que se pueden encontrar en algunos de sus discos un número impresionante de notas desafinadas, pero también de muchos momentos muy intensos, y también Wieniawski, Ysaÿe, Vieuxtemps o Sarasate.

– Y por supuesto, infinidad de intérpretes se sitúan entre ambas clases. Por ejemplo, David Oistrakh sería un gran ejemplo de síntesis de las dos opciones; un sonido siempre perfecto, brillante, respetuoso, y un  gran estilo, elegante, emotivo. De talento parecido también podríamos señalar a Leonid Kogan, aunque por problemas de carácter no llegara a la fama de primero.

También podríamos sugerir otras tradiciones violinísticas importantes como:

– LA ESCUELA ALEMANA también ha producido muchísimos grandes violinistas como Huberman, Kreisler, Ann-Sophie Mutter.

– LA ESCUELA ITALIANA, pioneros en la construcción de violines, también lo fueron consecuentemente en el desarrollo de la técnica de la interpretación.

UNA GENEALOGIA VIOLINISTICA

Genealogías violinísticas

Se dice que en una época era posible reconocer a qué tradición o escuela violinística pertenecía un intérprete.

Hoy en día, tras la globalización y homogeneización de los métodos pedagógicos clásicos, es difícil adivinar el entorno cultural de cualquier intérprete. Aunque se comienza a buscar un enriquecimiento mediante la inclusión de otros tipos de música (jazz, tradicional, etc..), y aunque hay muchísimos grandes intérpretes, hay una estandarización que domina en el mundo entero.  las variaciones dependen más del talante y personalidad del músico, de sus intereses fuera del entorno clásico.

Cada uno de nosotros tenemos un temperamento que nos lleva a preferir un modo de enfrentarse a la interpretación, incidimos, elegimos y trabajamos más en uno de las dos columnas (la razón y la emoción) en las que se basa un violinista.

Y tú, qué trabajas más ¿la técnica, la interpretación… o la musicalidad, la búsqueda sensorial? ¿tienes alma rusa o alma francesa?


Gracias, entre muchos otros a: