El violín es un instrumento restringido en la cuestión polifónica, apenas podemos tocar dobles cuerdas o arpegios rápidos para expresar una suerte de armonía que dé sentido a la obra. Por eso es difícil tocar en «violín solo» una pieza compuesta para varios instrumentos o para un instrumento más polifónico como el piano; parece que empobrecemos la música y le privamos de parte de su expresividad.

Este problema se atenúa cuando la música es conocida y nuestra memoria rellena de alguna manera «la música que falta». Así por ejemplo, podemos escuchar «a capella» temas ya conocidos pero resulta más complicado con melodías que no hemos escuchado nunca, y parece que tenemos que armonizar nosotros, deducir la lógica de la música que está sonando.

La siguiente actuación es un ejemplo de lo anterior, en la que la emoción de la interpretación palia la ausencia de acompañamiento: la encontré en un blog al que estoy suscrito que me suele descubrir bastantes joyas musicales: Canciones para el fin de semana, del periodista y melómano J.R. del Amo, y al que os aconsejo que os suscribáis. Ciertamente no puedo expresar mejor que el autor del blog la historia de esta pieza, así que simplemente os dejo con sus palabras y con el vídeo de este portentoso violinista americano, un intérprete que estudió con el método Suzuki, que ya lleva unos años demostrando que sí puede producir grandes violinistas.

Nocturna emoción

«Este emotivo Nocturno nº 20 en do sostenido menor, lento con gran espressione, fue compuesto por Chopin en su periodo romántico, en 1830, aunque se publicó 26 años después de su muerte, sin número de opus. La que a veces se califica como Reminiscencia es una de las piezas más conocidas del pianista y compositor polaco, que dedicó a su hermana mayor Ludwika. Al final hay una coda que supone una de las mayores dificultades de la pieza, ya que el intérprete debe hacer frente a escalas ascendentes y descendentes muy rápidas en la mano derecha, de las cuales la más larga es de treinta y cinco notas. Este nocturno es de los temas centrales de la película El pianista, de Roman Polanski, aunque en la cinta nunca se llega a escuchar completo. Es muy conocida la anécdota de la superviviente del holocausto Natalia Karp, que la tocó para Amon Göth, comandante del campo de concentración polaco de Plaszow (el villano de “La lista de Schindler”, de Spielberg), el cual quedó tan impresionado que perdonó la vida de la intérprete.

En 1935 Nathan Milstein realizó una transcripción de la pieza para violín y piano, que ha servido de modelo para la mayoría de los violinistas. Y esta, sin el acompañamiento del teclado, es la que escuchamos en esta increíble interpretación del violinista norteamericano Stefan Jackiw, plena de sensibilidad y sutileza, con un final que deja sin aliento. Nacido en Boston, de madre coreana y padre de origen ucraniano, Jackiw es un virtuoso que estudió con el famoso método Suzuki. Comenzó a tocar el violín a los 4 años y a los 12 dio su primer concierto. Ha tocado con la orquestas y directores más importantes del mundo y es habitual en los grandes festivales de música clásica. Sus instrumentos son también bastante conocidos, ya que el violín es un auténtico Ruggieri, fabricado en Cremona en 1704 y el arco, un Voirin francés de mediados del XIX.»

Fuente: Canciones para el fin de semana
La partitura de la versión de Nathan Milstein del Nocturno para violín la podéis encontrar aquí:

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Violin and Piano. Composed by Various. Edited by Nathan Milstein. String Solo. 12 pages. G. Schirmer #ED3082. Published by G. Schirmer (HL.50333740).