Aspectos técnicos; cómo sujetar el arco

El manejo del arco es una de los factores más importantes para un violinista, porque de él nace el sonido y, en función de cómo lo utilice, obtendrá una calidad sonora u otra.

Hay muchas opiniones y discrepancias respecto a cómo sujetar el arco. Por ejemplo, Yehudi Menuhin propugna que la postura óptima es aquella en la que la muñeca está relajada, el dedo 1 descansando “un poco” sobre la 1ª y 2ª falange; el meñique apoyado ligeramente en la vara; el pulgar tocando con la uña el arco; los dedos 2, 3 y 4 flexionados y situados en la vara; el dedo 3 más hacia la vara en sí (zona inferior del entorchado) y el dedo 4 tocando la nuez; el dedo 5 por su parte debe situarse cerca pero no encima del tornillo.

En contraste, el músico Iván Galamian, expone que la mejor manera de sostener el arco es la siguiente:

“Para adoptar esta posición básica, se toma el arco con la mano izquierda apuntando hacia arriba con las cerdas mirando al ejecutante. Con la mano derecha se forma un círculo, poniendo la punta del pulgar contra el segundo dedo. (…) Seguidamente se aproxima este círculo al arco, no directamente en ángulo recto, sino ligeramente desde arriba. Se abre el círculo un poco y se inserta la madera del arco de modo que el pulgar entre en contacto con ella y la nuez.(…)

El segundo dedo quedará curvado sobre la madera en el lado opuesto al pulgar y entrará en contacto con ésta en la articulación más próxima a la uña. El tercer dedo se extiende por encima de la nuez.

El cuarto dedo se sitúa sobre la madera bastante cerca del tercer dedo.”2

Otra postura común es la “barroca”, consistente en tomar el arco más arriba de lo normal, donde los dedos están menos en contacto con la vara (los arcos barrocos eran diferentes a los actuales, por lo que esta postura no resulta muy beneficiosa en ciertos aspectos musicales, como por ejemplo en la aplicación del peso al arco respecto al sonido)

Por tanto, no existe una “postura” perfecta para sujetar el arco, sino que ésta puede diferir en pequeños detalles en cada músico (el pulgar menos flexionado, el tercer dedo colocado un poco más hacia la izquierda o zona superior…) para una mayor comodidad. Un ejemplo de esto nos lo proporciona el violinista Leonidas Kavakos, quien, desde un punto de vista académico, adopta una postura de la mano derecha desastrosa, pero que le permite producir un sonido muy personal y de altísima calidad, al tiempo que muestra un claro bienestar con ella.

La posición de la mano derecha respecto al arco no debe ser fija y estática, sino que el músico se debe adaptar dinámicamente a diferentes cambios de la música que le lleva cambiar entre diversas posturas (aunque poco notables, sobre todo en los estudios de inicio), ya que la postura no se afianza totalmente. En primer lugar, debe ser cómoda para el violinista y su ejecución y, en segundo lugar, debe adaptarse a todas las exigencias técnicas del instrumento (como los diferentes golpes de arco).

La postura de la mano derecha requiere mucha paciencia y minuciosidad; personalmente, llegar a una cómoda me ha llevado bastante tiempo y me ha hecho reflexionar sobre la importancia de cada articulación que interviene y de su correcta utilización, que aún continúo aprendiendo.

La postura ideal

Bajo mi criterio, la postura “ideal” es la siguiente:

  • Colocamos el pulgar en la parte posterior de la nuez, flexionado pero nunca tenso pues, en ocasiones, tener la uña en contacto con el arco produce demasiada tensión, una torsión forzada de la muñeca, que a su vez tensa la musculatura de la mano; por eso no es recomendable que la uña esté en contacto con el arco. Éste ha de estar en contacto con la punta del dedo en la parte superior izquierda por debajo de la vara.

Los dedos 2, 3 y 4 han de colocarse de la siguiente manera:

  • El dedo 2 está flexionado “abrazando la vara” es decir, posado de tal manera que esté en contacto con el arco entre la primera y segunda falange.
  • El dedo 3 no tiene que estar fuera de la nuez, sino en contacto con ella (sobre el “ojo París”), pues si no la fuerza y el peso estará mal distribuido, al igual que el dedo 4.
  • El dedo 5 es el más importante junto al pulgar, ya que en los cambios de cuerda, golpes de arco…etc., se reparten el peso a modo de balanza. Ha de situarse blando y con forma curva, cerca del tornillo, pero nunca encima, ya que habría demasiada separación entre el cuarto y quinto dedo y, como mencionamos anteriormente, la distribución del peso del arco estaría alterada.

Esta es una postura de la mano similar a la de Yehudi Menuhin, con algunos pequeños cambios. He llegado a ella a través de mi experiencia y evolución personal, y me hace estar cómoda y tener la muñeca más relajada para su posterior flexión en las diferentes distribuciones del arco. Tomar el arco de determinada manera repercute en las diferentes partes del brazo, de ahí su importancia.

Como comentaba anteriormente, el músico se va adaptando a diferentes posturas según las exigencias de la interpretación. No mantenemos una postura fija, sino una «a la que volver» mientras estamos ejecutando. Sin embargo, el violín es un instrumento con el que experimentaremos múltiples cambios de todo tipo a lo largo de toda nuestra vida musical, por lo que nuestra mano también cambia, nuestro parecer respecto al tipo de sonido, la distribución de peso en determinados pasajes, nunca será el mismo.

Un ejemplo de esto es cuando aprendemos una pieza, la abandonamos unos años y regresamos a ella (caso habitual para la mayoría de músicos). No la interpretaremos de la misma manera, con el mismo sonido, fraseo ni musicalidad. Y es, en parte, producto de la evolución del músico y, consecuencia de esto, al cambio de postura, que afecta a todas y cada una de las partes del cuerpo que utilizamos para tocar.

El sistema de muelles.

Para conseguir una buena evolución postural de la mano derecha con el arco, hemos de tener claro el sistema de componentes de ésta: el sistema de muelles.

Así lo explica Ivan Galamian

“toda la técnica del brazo derecho se basa en un sistema de muelles. Éstos reaccionan de modo muy similar al de los muelles mecánicos.

En lo referente al violín, son en parte artificiales (como la elasticidad de las cerdas del arco y la flexibilidad de la madera del mismo) y en parte naturales (como las articulaciones del hombro, el codo, la muñeca, los dedos y el pulgar).”3

En esta ocasión me voy a centrar más específicamente en la mano derecha y sus dedos. La mano nunca ha de estar rígida, ya que entorpecería el agarre del arco, provocaría agarrotamiento muscular y afectaría a las demás articulaciones (rigidez de muñeca, poca flexibilidad en las arcadas…).

El sistema de muelles se origina en los dedos, que han de estar flexibles para recoger y repartir el peso ejercido sobre la vara. Debe observarse en ellos un ligero movimiento al estar en acción, prueba de que transmiten correctamente la energía. Este movimiento no es físico y consciente, sino producido por la simpatía del dinamismo, que contribuye a la correcta colocación de la mano derecha.

En mi caso personal, creo que debo evitar movimientos innecesarios de los dedos mientras estoy tocando, movimientos que me producen una inseguridad que se transmite a la mano izquierda y perjudica el sonido (Incluyo este caso en este apartado, ya que, aunque se ejerza un movimiento dinámico juzgado como erróneo, su origen reside en la colocación de la mano en estática, así como la práctica estimada como beneficiosa).

Un ejercicio beneficioso para eliminar estos movimientos parasitarios, es el expuesto por Yehudi Menuhin, que he estado realizando desde hace relativamente poco y del que expondré mi experiencia:

“Como en la práctica de violín es muy importante el continuo movimiento horizontal, nuestros dedos deben aprender a ser flexibles en esta dirección.

Tomad la vara por el talón en una posición neutral, sostenida lo más suavemente posible con los dedos y el pulgar. Ahora empujad y tirad del arco con la mano izquierda incrementando la presión de la sujeción lo justo para asegurarse de que la vara no se deslice entre los dedos. Estos, sin embargo, deben permanecer lo bastante flexibles como para responder pasivamente al empuje y el tirón, simulando el estiramiento que se produce en la ejecución de los arcos arriba y abajo, doblándose en el último.”4

La primera vez que llevé a cabo este ejercicio experimenté cierta descoordinación de los dedos, dándome cuenta de la falta de consolidación, consciencia del peso y agarre que tenía, sobretodo por parte del meñique. La realización de este ejercicio durante 5 minutos todos los días me ha ayudado a reforzar las partes de la mano que utilizaba mal inconscientemente, así como a afianzar mi postura y repartir mejor el peso del arco entre los cinco dedos.

Considero este ejercicio muy beneficioso porque ayuda a mejorar el sonido al repartir el peso de diferente manera, provocando una distinta reacción de las articulaciones frente al arco y de éste frente a las cuerdas. Cada parte de la mano tiene una función concreta, de la que debemos obtener la totalidad de su capacidad, ya sea energía, flexibilidad, etc. Y es que, como hemos dicho, el agarre de la vara es esencial porque de ella nace el sonido, reflejo de nuestra constante fuerza o contacto con el arco.

Otro ejercicio con el que podemos concienciarnos del peso en la mano derecha consiste en sujetar el arco al revés, es decir, la nuez en la punta y ésta en nuestra mano. Esta acción nos demostrará la importancia de la función de cada parte de la mano y, sobre todo, cómo manejar el peso del arco. Al principio es incómodo, ya que los pesos han variado totalmente. Recomiendo mantener esta práctica durante largos periodos, 5 minutos cada día. Una vez hayamos practicado con esta postura, volvemos a la inicial (arco sujetado correctamente). Notaremos entonces los beneficios que proporciona este ejercicio, entre los que está el ser conscientes del peso real que manejamos con esta parte del cuerpo.

Para llegar a la comodidad, a la estabilidad, hay que partir de estar incómodo en un principio. No podemos pretender cumplir un objetivo en un instante, ya que no hemos profundizado en su concepto ni en su desarrollo ni en el entendimiento del mismo.

Utilización de la mano derecha y sus movimientos en dinámica

Anteriormente he expuesto cómo se coge el arco, con diferentes puntos de vista y ejercicios para afianzar su sujeción. Seguidamente, explicaré cómo utilizar la mano derecha mientras estamos tocando.

La mano derecha tiene que ser la continuación del arco, es decir, en la mente del músico tienen que estar unido arco y mano, formando un mecanismo integral completo. En muchas ocasiones no somos conscientes de dicho vínculo, lo que produce desequilibrios en el peso de la extremidad, afectando a la distribución del arco y, por tanto, al sonido.

Dentro de esta unión psicológica, vamos a definir una serie de movimientos físicos fundamentales. Los podemos dividir en movimientos verticales y horizontales:

Respecto a los movimientos verticales, como refleja Ivan Galamian,

“La mano puede oscilar arriba y abajo en relación con el antebrazo”5.

Los movimientos se originan a partir de una posición horizontal del antebrazo y la mano, con la palma hacia abajo y la muñeca plana. Como se puede observar, estos movimientos han de hacerse con el arco, ya que su finalidad es la de ser conscientes de cada movimiento que realiza nuestra muñeca para luego aplicarlo a nuestro favor cuando estemos tocando, ayudando también a la musicalidad.

El segundo movimiento es el horizontal: se trata de describir una línea horizontal con la mano, ya que ésta puede permitirse cierto movimiento lateral hacia el pulgar, pero es más limitado que la oscilación hacia arriba y abajo. Este movimiento ayuda a camuflar los cambios de arco, mejorando la expresividad en determinados pasajes cargados de sonido limpio y sin paradas.

Dentro del horizontal hay otros movimientos, que no estamos acostumbrados a realizar, que es el desplazamiento individual de los dedos de la mano derecha. Nos ayudarán a mantener una buena posición de la mano y a tener una mejor sujeción cuando nos hallamos en dinámica, al igual que el ejercicio anterior de Yehudi Menuhin. Hemos de realizarlo con arco y violín. Consiste en posicionar el arco encima de las cuerdas a una distancia de unos 5 centímetros de alto. Una vez en esta posición, dejamos que el arco toque la cuerda y lo recogemos rápidamente, teniendo presente siempre el movimiento de los dedos (similar a “coger un papel del suelo o una manzana cerrando los dedos”).

Otra opción para un uso consciente de los dedos de la mano derecha es, con arco y violín, pegarse a la pared de manera que el brazo derecho quede “aprisionado” entre cuerpo y pared. Seguidamente, cuando vayamos a tocar, (en este caso usar pasajes fáciles y simples), solo podremos mover los dedos de la mano para mover el arco, concienciándonos de cada movimiento. Este ejercicio suele ser laborioso al principio porque produce inestabilidad al violinista pero, una vez se haya practicado en repetidas sesiones, cuando toquemos con nuestra postura cotidiana, notaremos mayor firmeza y seguridad en la mano derecha.

Este ejercicio es muy poco practicado y debería tenerse más en cuenta desde la iniciación en el violín, pues su finalidad es una plena consciencia del uso de cada parte de la mano en dinámica.

Hoy en día se tiene más en cuenta la articulación de la mano izquierda, (vibrato, trinos…etc) que la de la derecha, lo que nos impide identificar los posibles problemas de ejecución que podemos tener, además de ocultar las posibles soluciones con ejercicios que no enfrentan la raíz del problema.

Considero que la mano derecha es el origen del instrumento (metafóricamente hablando), ya que, sin una buena colocación y plena consciencia de todos sus movimientos, no evolucionaremos musicalmente. Como bien nos expone Carlos M. Ramos Mejia

“El mecanismo de la mano derecha en el violinista es esencialmente complejo no solo por la índole diversa de sus movimientos sino porque difieren entre sí por su grado de amplitud”6.

Debemos reflexionar sobre el trabajo a realizar con esta articulación y la poca importancia que muchos violinistas le otorgan cuando hallan dificultades en ciertos pasajes, preocupándose por su mano izquierda, pensando en que ahí está el problema (quizá por la digitación), sin prestar atención a la otra parte fundamental de la interpretación.

He de decir que también yo he pecado de ese error durante bastante tiempo, pero me he dado cuenta de que sin tocar el violín también se aprende, es decir, pensando simplemente en dónde reside el problema y en cómo solucionarlo.

Para tocar el violín, es necesario abrir la mente en todas direcciones, no solo a lo que escuchamos.

Referencias

  • 2 Pág. 66, “Enseñanza e Interpretación del violín”, Iván Galamian
  • 3 Pág. 65, “ Interpretación y enseñanza del violín”, Iván Galamian
  • 4 Pág. 38, “Seis lecciones con Yehudi Menuhin”, Yehudi Menuhin
  • 5 Pág. 73, “Interpretación y enseñanza del violín”, Iván Galamian
  • 6 Pág 119, “La dinámica del violinista”, Carlos M. Mejia
  • 7 Pág. 120, Ídem