Gustav MahlerProbablemente sea este movimiento, Ruhevoll -Tranquilo- el que hizo que me enamorara de las sinfonías de Mahler. Y además intuyo que no soy el único al que le ha ocurrido eso.

Los adagios de Mahler poseen tal fuerza contenida que consigue conmover el alma como pocos lo hacen. Y para alguien como yo que ama como la música que ahonda en la tristeza, esta composición se convierte en una de mis favoritas de todos los tiempos.

Ruhevoll es el tercer movimiento de la cuarta sinfonía del compositor vienés y también probablemente una de sus composiciones más redondas. Veladuras de cuerdas que comienzan en pianissimo y van superponiéndose con infinita delicadeza para luego enmarcar la entrada del oboe, más tarde de los metales, realizando multitud de variaciones, donde a veces parece que la alegría tiene cabida, aparece, desaparece, para luego volver de nuevo al sentimiento profundo de la melancolía, a esos violines que cuanto más suavemente tocan más nos hieren.

Y esa subida repentina al tutti… enfín. Recuerdo cuando la escuché en el Auditorio Nacional de Madrid algo que pocas veces llego a apreciar, y es que los músicos estaban emocionados mientras interpretaban.

He elegido esta versión un poco cascada de Leonard Bernstein, porque fue un gran admirador suyo y uno de los que más ayudó a que Mahler fuera ubicado en la historia entre los más grandes compositores.

Pero tal vez un vídeo sea inapropiado. Lo mejor será cerrar los ojos.