Violín, fiddle, oímos ambas palabras a menudo refiriéndose a nuestro instrumento favorito, y todos nos hemos preguntado ¿por qué se emplea una u otra en según qué circunstancias? ¿hay alguna diferencia en su significado que haga que nos avise de cuál deberíamos usar? ¿son instrumentos distintos?

La respuesta corta a si son instrumentos distintos es: No. Es el mismo instrumento.

«Entonces, ¿son términos sinónimos?» Pues tampoco.

«¡Pero qué dices Jesús, si son el mismo instrumento entonces fiddle y violín tienen que ser palabras sinónimas!»

Pues no, y te voy a explicar por qué.

La palabra fiddle es término anglosajón que no existe en español pero se usa profusamente en el ámbito violinístico. Su procedencia podría derivarse del término fídula, que es un antecesor del violín, también llamado viola, vihuela o vielle. Por qué este término ha llegado a nuestros días junto con el de «violín» es un misterio. Lo que sí sabemos es que, si miramos el ámbito en el que se utiliza esa palabra, podemos acotar muy bien a qué se refiere alguien cuando habla del fiddle.

Y es que es un concepto que podemos encontrar principalmente en el mundo anglosajón de la música folk, tanto europeo como norteamericano. Así, un intérprete de bluegrass, blues, música celta, escocesa, nórdica, country, etc., no es un violinista, es un fiddler. A partir de ahí, y debido a la irresistible fuerza colonizadora de la cultura anglosajona, el término se ha extendido y, por ejemplo, no es raro que se utilice en muchos lugares para referirse al instrumento interpretando música tradicional en países del Este de Europa, mediterráneos como Italia, Francia o la misma España o incluso árabes y otros lugares de asia.

Y esto es debido a que cuando hablamos de fiddle, ya estamos dando a entender, no solo que hablamos del violín, sino del tipo de música que estamos hablando, que siempre es música popular. Por eso, podemos dar algunas características que definen cuándo se toca el fiddle y cuándo el violín:

  • Tipo de música. Como hemos dicho, la principal diferencia entre el violín y el fiddle radica en los estilos de música para los que se utilizan. El violín está asociado principalmente con la música clásica, la música de cámara, la música orquestal y estilos similares. En cambio, el término «fiddle» se utiliza comúnmente para referirse al violín cuando se toca en estilos no clásicos y tradicionales. En un punto intermedio entre ambos se encontrarían estilos como el jazz, que ha llegado a adquirir el estatus (y el respeto) de la música clásica, por profundidad y técnica. Otros estilos como el rock tampoco se les considera fiddler, vaya usted a saber por qué.
  • Técnica. Aunque la técnica básica de tocar el violín y el fiddle podría coincidir, existen diferencias en el enfoque y el estilo de interpretación. En la música clásica, el violín se toca con una técnica más formal y precisa, priorizando aspectos como la afinación precisa, el control del arco, la proyección del sonido, la expresión musical. Por contra, en la música folclórica y otros estilos populares, el fiddle se toca con una técnica menos perfeccionista y con mayor énfasis en el ritmo, ya que en muchas ocasiones, los temas tienen carácter festivo. Además, la forma de coger el fiddle y el arco puede ser muy heterodoxa, arcaica incluso, lo que no define su calidad, pues generalmente lo más importante es el ritmo antes que «un bello sonido». Puede por ejemplo agarrar el arco como una porra o más arriba, a la manera barroca. Tampoco es raro que doble la muñeca izquierda totalmente, contraviniendo todas las enseñanzas de los profesores clásicos de violín.
  • Improvisación. El perfeccionismo de un violinista clásico le empuja a interpretar de forma absolutamente literal la música escrita y anotada por un compositor. Pule y matiza cada nota para alcanzar una perfección exacerbada que le impide dejarse llevar e improvisar cambios porque, supuestamente, ya tiene una versión de la pieza perfecta. Por el contrario, un fiddler a menudo no toca nunca el mismo tema de la misma manera. En función de con quién esté tocando, del capricho del momento, de ocurrencias repentinas, o de aburrimiento de tocar siempre igual, puede cambiar (y de hecho se anima a que se haga) los temas cada vez que los interpreta.
  • Bailar. Un fiddler debe dar ganas de bailar. Su calidad se mide sobre todo en cómo te meta su ritmo endiablado en el cuerpo y te empuje a esa pecaminosa actividad. No en vano el violín se asociaba antiguamente al diablo, pues era capaz de arrastrar muchedumbres a una febril danza.
  • Partituras. La música clásica hoy en día se suele aprender y practicar leyéndola de una partitura. En cambio, la tradición fiddler se basa en aprender de oído. Si por casualidad acudes a algún campamento folk, no te sorprendas si te das cuenta de que no vas a contar con ninguna partitura, sino que tendrás que sacar melodías y acompañamientos de oído y a base de repeticiones.
  • Configuración del instrumento. Aunque no tiene por qué haber diferencias técnicas entre un violín y un fiddle, sí que puede haber diferencias en las preferencias de cómo se configuran estos. Un fiddler por ejemplo puede preferir cuerdas metálicas más baratas porque no busca un sonido angelical, sino excitante, puede querer también aplanar el puente si es muy dado a tocar dobles cuerdas. También tendrá 4 microafinadores, ya que va a lo práctico, su instrumento no vale tanto como un clásico, y las clavijas no son siempre de fiar.
  • Otros instrumentos. Vemos por tanto que no es tanto el instrumento en sí como el contexto y la forma de usarlo lo que diferencia a un violín del fiddle. Así, también se pueden considerar fiddles otros instrumentos parientes como el Hardanger noruego, el Kontra, un 5 cuerdas, o la viola tocada en un entorno folk, he llegado a ver usar esa palabra incluso para chelistas, lo cual nos dice mucho de su espíritu. No es tanto el instrumento en sí como el tipo de música y que se trate de frotar cuerdas.

Pero no siempre se dan estas separaciones. Músicos educados en pedagogía clásica se pasan al folk o a la música tradicional conservando sus dotes enriqueciéndose con las posibilidades de la improvisación o la riqueza rítmica del fiddle. También sucede que grandes fiddlers llegan a tal maestría con su música y su técnica que pueden enfrentarse a cualquier reto, desde interpretar a Bach a exquisitas reinterpretaciones de  temas tradicionales.

Así que nada, fiddle y violín son lo mismo, pero no. Y a ti ¿qué te tira más, el violín o el fiddle?