Hace poco mi profesor de violín me propuso un experimento: cambiar la afinación del violín a la «afinación antigua«, que sitúa el La en 435Hz, en lugar del standard actual de 440Hz.

Yo nunca me había planteado esa posibilidad, así que él me explicó que la afinación no ha sido siempre la misma a lo largo de la historia, sino que, por diversas razones, ha ido cambiando a través de los siglos, adaptándose a gustos, instrumentos, y formas de interpretar.

Actualmente existe una tendencia por parte de muchos directores a subir la afinación, tanto instrumental como para los cantantes, para conferir «mayor brillantez» al sonido. Esto tiene muchas consecuencias, no sólo en la autenticidad de la música de época que se ejecuta, sino también en la salud tanto de instrumentos que tienen que soportar mayor tensión, como de las voces de los cantantes.

Por ese motivo existe un movimiento que promueve la vuelta a la afinación de la época de Verdi, la «edad de oro del canto», para recuperar el sonido de entonces, una forma de cantar no forzada, e incluso, desde un punto de vista científico, «una mayor aproximación a leyes naturales que gobiernan el universo físico» según algunas investigaciones.

Mis sensaciones cuando toco a esa afinación, es un sonido más tranquilo, menos brillante, pero también quizás más claro y sencillo. El problema es cuando viene el pianista, que nos obliga a volver al 440 Hz. Pero para interpretar piezas antiguas con sabor «de época» creo que le va muy bien. Y desde luego, mi pobre y maltratado violín agradece la menor tensión de las cuerdas.

Os copio algunos extractos de este movimiento, promovido por el Instituto Schiller en 1988.

VOLVER A LA AFINACION ANTIGUA

En los últimos períodos, el Instituto Schiller ha organizando conciertos en muchas comunidades y países , con el «do =256», es decir, la afinación de Guisepe Verdi .Hay un movimiento que en el 2001 organizó una opera, en el pueblo de Busetto, Italia, con esta afinación natural, por la memoria del hijo de Busetto, Verdi.

Instituto Schiller -1988

Desde Italia, la tierra de Verdi y del Bel Canto, se ha dado inicio a una verdadera revolución en la música cuyas implicaciones serán sentidas en las casas de ópera de Viena, München, Berlín, y París, en las salas de conciertos donde se cantan Lieder y aún en el escenario del Metropolitan Opera House de N. Y.

Por primera vez en casi un siglo, los amantes de la música podrán escuchar el repertorio clásico interpretado en la forma que los grandes compositores como Mozart, Bach, Beethoven y Verdi, deseaban.

Una nueva generación de grandes cantantes, considerada imposible de surgir por mucho tiempo, se hará realidad; también la posibilidad formar nuevos compositores que escriban en la tradición de los clásicos, se abrirá de nuevo.

Todo empezó en una conferencia en Milán, el pasado mes de abril cuando las estrellas de la ópera Renata Tebaldi y Piero Capuccilli apoyaron un llamado emitido por el Instituto Schiller para reestablecer la afinación basada en el La = 432 Herz, usada en el tiempo de Verdi.

Más de 400 importantes ejecutantes y directores de orquesta dieron de inmediato su apoyo a la propuesta del Instituto Schiller para bajar la afinación; entre ellos: Carlo Bergonzi, Plácido Domingo, Brigit Nilson, Peter Schrier, Christa Ludwig, Mirella Freni, la soprano del Metropolitan Bidú Sayao, el cellista de la orquesta del Metropolitan Jascha Silbertein y el famoso director Gianandrea Gavazzeni.

Tan entusista respuesta del mundo musical indica que grandes músicos hacen hasta lo imposible para interpretar el repertorio clásico, han visto obstaculizados sus esfuerzos por la carrera competitiva de los directores de orquesta para subir la afinación cada vez más.

Algunas casas de ópera como la de Florencia, Berlín y Viena, han superado con mucho el La = 440 llegando a la estratósfera sonora alegando que tratan de lograr un sonido más «brillante».

VERDI

Giuseppe Verdi , quien compuso algunas de las más finas óperas del mundo, sabía que «el sonido noble y redondo de la afinación natural es mucho más bello que el sonido forzado del tono excesivamente alto».

Él también entendía que los valores (frecuencias) de los tonos no es un asunto arbitrario o de elección personal, sino que corresponde a valores universales. Como Verdi escribió en una carta a la Comisión Gubernamental de Música de Italia: «Es absurdo que una nota sea llamada «LA» en Roma y «SI BEMOL» en París dado que la música es un lenguaje universal».

Verdi trabajó mucho para demostrar en la práctica dicha universalidad.

En colaboración con los más destacados científicos de su tiempo. él fijó el La en 432 ciclos por segundo como el «Diapasón científico» correspondiente a la voz humana natural y tuvo éxito en lograr que el gobierno italiano emitiera en 1884 un decreto estableciendo ese tono como base de afinación para la interpretación musical.

Hoy, el Instituto Schiller ha revivido el esfuerzo de Giuseppe Verdi.

Inspirado en los logros de Lyndon LaRouche en este terreno, los científicos más destacados en esta área, han fundamentado nuevamente la coherencia del La = 432 (que corresponde a un Do5 = 256) con las leyes que gobiernan el universo físico, desde la organización de nuestro sistema solar, hasta la producción de la voz humana. Desde una visión científica avanzada, ellos han demostrado que cualquier otra afinación, basada en el La = 440, 443, ó 450 no solo no refleja la ley natural sino que dado que la viola, produce daños reales en la voz humana.

Ello, como Renata Tebaldi, entre otros, han expresado, es la razón por la que ciertos tipos de voz como la auténtica contralto y el verdadero barítono, han casi desaparecido de los escenarios.

Muchos cantantes, obligados a forzar sus voces para estar acordes con la afinación tan elevada, frecuentemente deciden incursionar en el repertorio propio de tesituras más bajas; descontando el hecho de que el «color» natural de sus voces no les permitiría cantar en una tesitura ajena. Los cantantes que intentan seguir el camino ascendente de la afinación, terminarán sacrificando sus voces.

No sólo la voz humana, sino los instrumentos como los preciados Stradivarius, son también irreparablemente dañados por la afinación alta. Como Sergio Renzi, director del renombrado Instituto de Construcción de violines de Cremona ha documentado para el Instituto Schiller: «Cada incremento de 5 Herz en la afinación, es equivalente a un incremento de más de 5 kilogramos de peso sobre la estructura del violín…Esto significa que dado que en tiempo de Stradivarius, cuando la base de afinación para el La no era mayor de 430, todos los antiguos instrumentos de Cremona han tenido que soportar un incremento de tensión entre 10 y 14 Kg.». Por lo que el «sonido brillante» no lo es sino solamente «poderoso», además de que el «timbre es destruído».

Yendo más a fondo, los expertos coinciden en que la afinación alta distorsiona las concepciones musicales originales que Mozart, Bach, Beethoven y Verdi tuvieron. En ninguna otra parte es ello más evidente que en el «Lied» (canción alemana generalmente escrita para piano y canto) .

En un discurso en Milán, Helga Zepp LaRouche, fundadora del Instituto Schiller, ilustró la forma en la cual los compositores de Lied como Beethoven y Schubert trabajaban una idea musical asociando cambios de registro de la voz, lo cual conlleva un cambio de color, a puntos cruciales de las ideas del poema. Al subir la afinación tales cambios de registro (los cuales deberían de funcionar como singularidades que producen el paso a un nuevo nivel conceptual), son desplazados y las ideas son entonces interpretadas en forma totalmente errónea. Como Arturo Sacchetti, organista y Director de Radio Vaticano sentenció: «Tienen una imagen muy clara en la mente (los compositores), una idea de la tonalidad, del color, las voces, y los instrumentos en el momento creativo en que componen»; por lo tanto, el que ignore eso al interpretar, demuestra una total falta de respeto e inmoralidad».

 

Wolfgang%20SchneiderhanEl violinista Wolfgang Schneiderhan, explica su adhesión al manifiesto:

WOLFGANG SCHNEIDERHAN, violinista; Viena, Austria

Cordiales saludos a esta conferencia, que aborda un asunto de gran importancia para la música.

A primera vista pudiera parecer desusado que un violinista se interese en la altura de la afinación, pero para mí hay dos razones para volver al diapasón bajo de los compositores clasicos.

La primera razón es mi diapasón natural, que hace imposible para mi identificar como la nota la un sonido que no caiga alrededor de 430 hertz. Ya de niño, en mis lecciones con el profesop Sevcek, tuve que sufrir a veces dolor real, por que su piano estaba afinado demasiado alto para mi oído. Su argumento en pro de la afinación alta: que el tono sonaría mucho más «brillante».

En segundo lugar, durante mi carrera artística, y en especial por mi estrecha colaboración con mi esposa, la cantante Irmgard Seefried, se me ha hecho clara la gran significación que tiene la afinación baja para el cultivo y el mantenimiento de la voz del cantante.

Desgraciadamente, por buscar mayor «brillo» de tono se la llegado a una situación en que las grandes piezas clásicas se ejecutan a menudo casi medio tono arriba de lo prescrito por el compositor, como lo he confirmado una y otra vez con gran asombro, cuando cotejo con mi piano la altura de la afinación de las emisiones radiofónicas actuales.

Por eso, me complace que presenten ustedes al debate musical la importante cuestión de la afinación; y le deseo completo éxito a la conferencia.

Saludos Cordiales, Wolfgang Schneiderhan.

Fuentes:

Artículo completo del Instituto Schiller.

También podéis leer este artículo sobre los cambios de la afinación a lo largo de la historia, extraído de la wikipedia.