La música como consuelo, como reconocimiento y final aceptación de que hay y habrá tristeza en nuestra vida, una pena que podremos compartir e incluso acoger, como si fuera un deseo, como una magia que cura.

Hay compositores que indagan en esa forma de enfrentarse a la creación, sin artificios, sin soberbia, sin imposturas. Sólo unos pocos sonidos desnudos, modestos, humildes.

«Es difícil tocar algo tan sencillo y hacer qué sea interesante». El violinista gusta de buscar un sonido pleno, profundo y vibrante, conmovedor. Pero en los temas con cuerdas de Ólafur Arnalds estas parecen no tener fuerza, el arco se desliza pianisimo, a veces al borde del ruido blanco, con un sonido sibilante, a menudo pegado al puente para extraer extraños armónicos.

Estos tonos rasgados, acerados, nos recuerdan el roce de la madera con el hielo, la frialdad de la Islandia natal de Ólafur, soledades, espacios inmensos en los que abandonarse, y podrían ser abrumadores si no tuvieran también un carácter dulce.

El vibrato se complica un poco en estas profundidades de volumen, pero no importa tanto la perfección técnica si captamos el carácter contenido y concentrado de su espíritu, porque es en músicas como estas en las que lo importante es saber que, con todas sus debilidades, carencias y dudas, hay un humano interpretando, oficiando la arcana ceremonia de la música.

Quién es Olafur Arnalds

Cuando este joven islandés comenzó su andadura musical a la percusión en grupos de hardcore/metal, nadie habría imaginado los caminos tan diferentes que recorrería.

«Yo tocaba la batería en una banda hardcore y teloneábamos a la banda de metal alemana Heaven Shall Burn en su gira por Islandia. Como era muy fan, les di un demo con algunas canciones de rock progresivo muy dramáticas que había estado haciendo en casa -no era tan clásico, pero tenía algunas cuerdas y piano computerizadas muy malamente. Unos meses después me contactaron para preguntarme si quería escribir algunas intros y otros arreglos para su nuevo álbum, pero solo con esos elementos de piano / cuerdas. Así fue que escribí mi primer álbum clásico, que tuvo un gran éxito en Europa y unos meses después recibí una llamada de un sello que me preguntaba ‘¿te interesaría hacer un álbum completo con composiciones como ésta?’ La verdad es que no me había planteado continuar escribiendo música como ésta, pero dije que sí».

¿Estará relacionada esta anécdota con el tópico conocido de que las mejores baladas son las de los grupos de heavy metal?

El caso es que el éxito de Ólafur, equiparable al de otros grandes artistas islandeses como Sigur Rós o Björk, ha sido sorprendente desde entonces, habiendo compuesto diversos trabajos dentro del estilo que ha dado en llamarse neo-classical, con incursiones en la electrónica -en la que ha creado algunas interesantes innovaciones, como los pianos que tocan solos, creando acompañamientos en función de la melodía producida por un tercer teclado-. También (como no puede ser de otra manera para cualquier músico que quiere ganar algo de dinero) ha colaborado en bandas sonoras para producciones televisivas como Broadchurch (excelente serie por cierto).

La grabación que encabeza este artículo está realizada por el italiano Vito Gatto, de quien no conozco apenas nada, pero me ha gustado por su sencillez, y por qué no, la explicación del porqué de su grabación.

El álbum completo «Island Songs» del compositor islandés Ólafur Arnalds ha sido la banda sonora de un maravilloso viaje que hice con mi novia Martina en esos lugares mágicos durante el verano pasado, en agosto de 2017.

Ella me pidió que tocara esta pieza para ella y de nuevo nos sentimos dentro de esos paisajes conmovedores, donde el ser humano se vuelve cada vez más pequeño.

No hay imagen, ni video, ni palabra que pueda describir lo que sentimos allí.

Esta obra maestra puede conseguirlo ligeramente.

Espero que te guste mi interpretación.

 

Podéis escuchar la versión original en Spotify aquí.


Os dejo tres composiciones más, acompañado en todo momento por su violinista habitual, Viktor Arnason.