Cuando uno se lanza a explorar el mundo de la música folclórica nórdica se queda extrañamente sorprendido con, por un lado, lo familiar que resulta la música, tan cercana a los sonidos irlandeses en timbres y armonías, pero con una cadencia particular y a menudo un sonido único que proviene del uso de unos instrumentos absolutamente singulares.

Y es que hay pocos lugares en los que exista una cultura tradicional de instrumentos de cuerda frotada tan rica y viva como en Escandinavia. Aparte del violín tradicional, cuentan con el hardingfele unos a simple vista normales violines originarios de Suecia que esconden bajo el diapasón cuerdas que vibran por simpatía con las de arriba. Puede haber violines con hasta 8 cuerdas de este tipo y parece que eran populares en la Suecia del siglo XIX.

Pero especial atención produce la nyckleharpa, otra maravilla sueca, que combina las teclas del zanfona con el arco habitual del violín y las cuerdas que vibran por simpatía de la viola d’amore. El origen de la nyckleharpa se pierde en los siglos, siendo la imagen más antigua conocida una talla de piedra en una iglesia construida alrededor de 1350. El nyckelharpa fue un instrumento que se ocupaba de tocar notas pedal hasta el siglo XX, cuando se empezó a desarrollar su uso. El nyckleharpa habitual que se toca hoy tiene unas 40 teclas en tres filas, cuatro cuerdas para la melodía y doce cuerdas simpáticas.

De entre los artistas que hacen música con este instrumento he escogido al dúo Hazelius Hedin, unos ya reputados miembros de la escena folk sueca, finalistas del Grammy sueco de este año, que combinan las melodías tradicionales con las composiciones propias. Por si el sonido de la nyckelharpa no fuera lo suficientemente característico, el segundo miembro del dúo toca habitualmente el Cistro (Cittern), aunque también se lanza a veces con la viola d’amore.

En esta grabación en directo unen, a la manera irlandesa dos preciosos temas, (el primero composición del propio nyckelharpista, John Hedin, y el segundo de la intérprete de Hardanger noruega Annlaug Børsheimes una delicia su absoluta compenetración y la delicadeza del sonido resultante.